Quizás el hábito de la impostura moderna
empezó en 2015 (año del atentado a la revista francesa Charlie) con aquellos
carteles de “Je suis Charlie Hebdo”
que todos compartimos; hay algo de erróneo en esta idea de que para ser solidario
con la persona que sufre tenemos que ser en esa persona que sufre. El punto más
alto de este malentendido, probablemente, sea la historia de Jessica Krug, la
profesora de historia afroamericana que pasó años fingiendo que tenía ancestros
africanos (y luego caribeños) cuando en realidad se trataba de una mujer judía
y blanca de Kansas.
Krug es académica y autora de varios estudios sobre negritud -militaba con el nombre de “Jessica La Bombalera”- y la semana pasada se disculpó con un mensaje en el que confesaba: “a pesar de conocer y criticar regularmente a las personas no negras que se apropian de la identidad de las personas negras, mi falsa identidad fue elaborada enteramente a partir del tejido de las vidas negras.”
La Bombalera sucumbió al peso del onceno mandamiento, que es el que dice “serás empático” y viene acompañado de un “ponerse en los zapatos del otro.” El efecto secundario nocivo es este: a fuerza de ser otros corremos el riesgo de dejar de ser nosotros mismos.
Martes 15 de septiembre de 2020 - año 17 - número 982 - día del almamula
actividades de la fundación
solargento
“bach para las masas: la gran
sarabanda.” a la mañana. sala naranja.
Haiku doméstico
La percha sola es dócil.
/
De a muchas, bestias /
indominables.
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